Autorizado aterrizaje!

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miércoles, 26 de mayo de 2010

Los Primeros Reactores Lockheed en la FACh.

T-33A, F-80C y RT-33A.

Por Danilo Villarroel Canga


El grupo Nº 7 basado en Los Cerrillos recibe sus nuevas unidades.


T-33A con matriculación inicial de dos numerales.

El historial de los reactores Lockheed de la FACh se inició el 18 de octubre de 1956, ese día aterrizaron en el aeropuerto de Los Cerrillos, previo a una escala técnica realizada en Cerro Moreno, ocho entrenadores T-33A, procedentes de las instalaciones de la Lockheed ubicadas en Marietta, Georgia. La travesía a nuestro país les había tomado cerca de quince horas de vuelo, trayecto que realizaron apoyados por un transporte C-54, dentro del cual venían repuestos y diferentes tipos de especialistas. De los ocho aparatos que eran totalmente nuevos, los matriculados TR-450, TR-451, TR-452 y TR-453 venían asignados a nuestra institución como “GRANT AID” (ayuda gratuita) a través del Programa de Asistencia Militar (P.A.M.). Los otros cuatro aviones correspondían a una partida que el gobierno estadounidense había destinado a la hermana República del Uruguay.



Los flamantes aviones fueron numerados J-21, J-22, J-23 y J-24, y conservaron el esquema de metal natural pulido. Solo dos meses después, el 12 de diciembre de 1956, la ciudadanía pudo -por primera vez- observar y tocar estos nuevos y veloces aviones “sin hélices” durante una muestra estática realizada en Los Cerrillos, con motivo de la celebración del Día de la Aeronáutica Nacional. En esa oportunidad el T-33A Nº J-24 fue exhibido junto al bombardero B-26 Invader Nº 814 y el Vampire Nº J-05. Finalmente diremos que esta primera partida seria la única que incluiría aviones nuevos (no cumplían las 30 horas de vuelo), puesto que todos los reactores que se recibieron con posterioridad eran usados (ya no eran bruñidos sino que pintados en aluminio).
Luego, el 22 de marzo de 1957, el Comando del Material ordenó el reordenamiento de las matriculas de la mayoría de las aeronaves de la institución, así los reactores T-33A recibieron los numerales desde el J-314 al J-317. En los años posteriores la FACh recibió otras partidas de T-33A, hasta completar doce unidades (numerados hasta el J-325).


T-33 con su nose art, fue apodado el tiburón.
Adicionalmente se recibieron dos reactores de reconocimiento RT-33A, los cuales se numeraron J-350 y J-351. Estos aviones eran similares a los T-33A, pero su nariz era más ancha, modificación que permitía albergar cámaras de reconocimiento, además en su cabina posterior se instalaba un estanque auxiliar de 170 galones para una mayor autonomía.
Al año siguiente, el 6 de febrero de 1958, arribaron a nuestro país los dos primeros cazas F-80C (FT-775 y FT-801), de un total de tres que habían sido asignados a la FACh. El tercero (FT-774), había quedado rezagado en Lima por mantenimiento. La institución les asignó las matriculas J-330, J-331 y J-332. Es interesante resaltar que muchos de estos aparatos ya habían participado en combate, como es el caso del signado como J-332 (ex “strip´n stare”) que perteneció al escuadrón Nº 51 basado en Suwon, Corea y que incluso durante una misión fue alcanzado por fuego antiaéreo en marzo de 1951, y otros estuvieron prestando servicios en Japón (Far East Air Forces), como el caso del J-342 que en su arte nariz decía “Poocky Mary” y que volaba con la matrícula FT-787.

A la izquierda J-23 con su numeral borrado (luego J-316), a la derecha el J-314 con nueva identificación (ex J-21).

Luego, el 1 de mayo de 1958 arribaron otros tres aparatos similares al mando del capitán Anthony R. Noonan, los que recibieron los numerales J-333, J-334 y J-335. Los seis aparatos anteriormente nombrados, fueron dados de alta en el grupo Nº 7 el 9 de junio de 1958. Seguidamente, la tercera partida de F-80C, consistente en los aviones J-336, J-337, J-338 y J-339 se recibió el 27 de junio de 1958 y venia al mando del coronel G. Gordon. Ese día también ingresaron a nuestro espacio aéreo otros tres reactores con destino a Uruguay. Los aviones de esta partida se dieron de alta en el grupo Nº 7, el 24 de julio de 1958.
Así llegamos al 4 de agosto de 1958, fecha en que la FACh recibió la cuarta partida de F-80C. La agrupación que venia al mando del mayor Harrold A. Wyat, también incluía otros cinco reactores destinados para Uruguay. Nuestros aviones recibieron los numerales J-340, J-341, J-342 y J-343 y fueron dados de alta en el grupo Nº 7 con fecha 19 de agosto de 1958. Con posterioridad, el 24 de mayo de1960, se recibió una quinta partida consistente en 4 reactores, los que recibieron las matriculas J-344, J-345, J-346 y J-347. Los aviones mantuvieron su esquema inicial en aluminio y curiosamente muchos de ellos conservaron durante algún tiempo en su timón de dirección, los números que representaban la serie de la USAF.

El famoso "Fumando espero" (J-314) rodando por la losa de Cerrillos.

El F-80C se convirtió automáticamente en el avión de combate más moderno en la FACh, aunque lógicamente esta nueva incorporación significó que los casi míticos y queridos P-47D del grupo Nº 11 fueran quedando paulatinamente fuera de vuelo, hasta que el 1 de enero de 1959 se ordenó el receso definitivo de ese grupo de caza de Quintero. Sin embargo la plena operación y obvio potencial y ventajas de los nuevos jets se vieron limitados en un principio por la carencia del necesario apoyo logístico y pistas de cemento que este tipo de aviones exigía, situación que solo se superó a mediados de la década del ´60. A pesar se esto, rápidamente se comenzó con la instrucción practica de tiro y bombardeo a los pilotos, ejercicios que partieron por la legendaria base de Quintero, luego por Peldehue y más adelante en Cerro Moreno.

Otro nose art, J-317 "El pescado frito".

Ese año 1958 y como reflejo del entusiasmo y constante espíritu de superación de los pilotos de caza del grupo Nº 7 con sus nuevas y veloces cabalgaduras a chorro, es que bajo la iniciativa del capitán de bandada Carlos Desgroux C. se crea la escuadrilla de alta acrobacia “Los Cóndores de Plata”. En los inicios de esta destacada agrupación el capitán Desgroux actuaba como líder, y los tenientes Leopoldo Porras Z., Luciano Bonacic-Doric G. y Fernando Silva C. completaban la tradicional y perfecta formación en rombo. Junto a estos cuatro oficiales de extraordinarias aptitudes para el vuelo, actuaban también el capitán Emilio López S. y el teniente Eduardo Virrueta de la H. quienes alternadamente realizaban maniobras acrobáticas en vuelo solo.


Arturo Silva L., Hernán Pérez de T., Oscar Cortes O., Gustavo González P. y Fernando Silva C.

Al pasar los años nuevos integrantes se fueron incorporando a esta prestigiosa escuadrilla, algunos de los cuales fueron, Mario Jiménez V., Rodolfo Matthei A., Hernán Pérez de T., Renato Valenzuela R., Arturo Silva L., Jaime Estay V., Oscar Cortes O., Hugo Sage S., Mario Silva P. Con la llegada del moderno material Hunter a fines de 1967 la escuadrilla acrobática termina su existencia como tal, pero su precisión, destreza y seguridad quedaron estampadas en las páginas de nuestra gloriosa historia aeronáutica. La última dotación que efectuara maniobras en esta escuadrilla estuvo constituida por los siguientes oficiales: Marcial Vargas del C., Juan González F., Enrique Fernández C., Washington Tamayo y Juan Bulo Z.

Los meses finales de 1958 pasaron vestidos de la normalidad y el exitoso desempeño para el grupo Nº 7 (así como el verano de 1959) en su calidad de la unidad más moderna de la FACh, pero en otoño, específicamente el 14 de abril de 1959, comenzó lo que seria un año marcado por los accidentes operacionales. Aquel lluvioso día se realizaba una misión habitual de instrucción con un T-33A y un F-80C, pero debido a lo resbaladizo del pavimento de la pista, se salieron de la carrera de aterrizaje terminando ambos frenados por el lodo. Los tres tripulantes resultaron ilesos, el entrenador fue puesto nuevamente en servicio, pero el caza producto de los graves daños fue dado de baja.
Pocos días después, el 24 de abril, un oficial becario ecuatoriano estaba en fase final de aterrizaje en Los Cerrillos cuando de improviso pierde el control de su jet, el cual finalmente resulta con serios daños, y su piloto salvó ileso. Luego, el 10 de junio el F-80C Nº J-341 sufrió un accidente también cuando aterrizaba en Los Cerrillos. Estando en el momento crítico de la maniobra no pudo bajar los flaps ni aplicar los frenos de picada, por ende el avión “se comió” la pista y terminó por salirse de ella en el extremo sur del aeropuerto. Afortunadamente el piloto resultó ileso y el aparato fue puesto nuevamente en vuelo, la investigación del correspondiente sumario constató que el accidente se debió a un fallo eléctrico. Finalmente, el 30 de octubre de aquel accidentado año, al segundo comandante del grupo Nº 7 comandante de grupo Guido Rodríguez P. se le sale una rueda mientras descendía en la pista, pero resulta ileso y sin mayores consecuencias.
Sin embargo, en descargo de las tripulaciones del grupo Nº 7 hay que puntualizar que sus iguales de la USAF tuvieron exactamente los mismos problemas con sus F-80 y T-33, o sea leales y obedientes a la hora de volar, pero descarriados al momento de aterrizar.
El 4 de marzo de 1960 despegaron hacia Howard AFB (Panamá), una escuadrilla de cinco cazas F-80C del grupo Nº 7 y dos transportes C-47 del grupo Nº 10. El objetivo era participar en las maniobras militares interamericanas conjuntas “Banyan Tree II”, las cuales consistían en repeler un posible ataque al Canal de Panamá por fuerzas enemigas.
En esa oportunidad, a diferencia del año anterior en que solamente habían participado unidades norteamericanas, participaron fuerzas de combate del Cuerpo Estratégico y del Comando Aéreo Táctico de los Estados Unidos, tropas aerotransportadas de Brasil, tropas de Infantería de Colombia, tropas de la Guardia Nacional de Panamá y reactores de la Fuerzas Aéreas Peruana y Chilena. La agrupación que tuvo un brillante desempeño estuvo al mando del comandante de grupo Juan de Solminihac A. quien fue acompañado por el comandante de grupo Eduardo Sepúlveda M. y el capitán Augusto Reyes R.


F-80C durante las maniobras Banyan Tree II en Panamá.

Concluidos los ejercicios, la agrupación emprendió el retorno el 12 de marzo, portando orgullosamente una merecida condecoración al merito que les entregó la USAF. Que ratificaba que sus tripulantes y personal de tierra dejaban muy bien puesto el nombre de la FACh en esta primera operación combinada. Todo esto hizo que hubiera un festivo recibimiento en el grupo Nº 7 cuando sus camaradas arribaron por fin a Los Cerrillos.
Dos meses después, el grupo Nº 7 se vio envuelto en una inesperada misión, pero de la cual también se esperaba su máximo rendimiento y profesionalismo. El 21 de mayo se desató el primero de una serie de violentos sismos que azotaron el sur de Chile, los peores que recuerde nuestra patria. Ese mismo día un reactor, al mando del teniente Mario Silva P., recibió la misión de hacer el primer reconocimiento aéreo e informar acerca de la cuantía aproximada de los grandes estragos dejados por el cataclismo. En compañía del teniente Oscar Cortes B. sobrevolaron las localidades de Chillan, Concepción y Lebu.
Tras esa enorme tragedia natural, la FACh se vio envuelta en el mayor puente aéreo en América en tiempos de paz, llegando hasta la extensa zona del desastre con ayuda humanitaria en aviones propios y de otras 9 fuerzas aéreas de países amigos. Así transcurrió el año dominado por el recuerdo y las consecuencias del cataclismo, pero sin mayores novedades hasta que el 18 de noviembre de 1960 el piloto acrobático subteniente David Cifuentes B. se estrelló a bordo del F-80C Nº J-343 como fatal resultado de una desorientación espacial, mientras efectuaba entrenamiento en Colina. Esta fue una gran perdida humana.
Ese mismo mes una agrupación de nueve F-80C, dos T-33A y dos DH-115 se trasladaron por siete días a la nortina base de Cerro Moreno con la finalidad de participar en los ejercicios finales de ese año. Los reactores realizaron misiones de reconocimiento aéreo, defensa aérea y apoyo estrecho, este último en el polígono de la base.
Antes de que ese año terminara, ve la luz el diseño de la insignia del grupo Nº 7 que los aviones comienzan a lucir en el lado izquierdo de la nariz, obra del teniente Mario Jiménez V. Con anterioridad solamente algunos T-33A lucían dibujos personalizados a modo de arte nariz, como por ejemplo fauces de tiburón, que incluso mostraban diferentes expresiones.
El 28 de septiembre de 1961, aterrizó en Chabunco la escuadrilla acrobática “Los Cóndores de Plata”. La agrupación de seis F-80C y dos T-33A había despegado desde Los Cerrillos al mando del comandante de grupo Carlos Anderson K. y luego de realizar una escala técnica en El Tepual habían continuado con este primer vuelo crucero de largo alcance hacia Punta Arenas. La razón de tan espectacular desplazamiento, era participar en la ceremonia de inauguración de la pista de concreto de la base aérea de Chabunco, el día 1 de octubre de 1961. Esa fue la primera vez que reactores del grupo Nº 7 aterrizaron en esa austral base, ya que tres años antes, durante la crisis del islote Snipe en 1958 estos aviones no pudieron desplazarse hacia esa zona debido a las carencias iniciales ya descritas. En la oportunidad fueron los B-26 Invader del grupo Nº 8 los que debieron cumplir esa misión disuasiva.


Llegamos así al 21 de marzo de 1964, y con motivo de su 34º aniversario la FACH había preparado una gran demostración aérea y estática –abierta al público- en Peldehue. En la ocasión una escuadrilla de 8 F-80C participó en los ejercicios demostrativos, los “Shooting Star” dispararon con precisión su armamento sobre blancos terrestres, incluyendo sus armas calibre 50, cohetes y bombas, ante una impresionada y complacida multitud. Poco más tarde, sin embargo sobrevino la tragedia durante la demostración de bombardeo convencional de los B-26 y los 8 jets se vieron forzados a orbitar sobre la capital, a la espera del aterrizaje de emergencia de los B-26 que resultaron inesperadamente averiados durante la maniobra. Aun más, los F-80C no pudieron aterrizar en su casa, Los Cerrillos, puesto que la pista quedó bloqueada por el accidente del dañado Invader Nº 841, así las cosas los reactores debieron descender en la base aérea de El Bosque, con ya pocos galones disponibles de combustible.
El año 1965 se desarrollaba normalmente hasta que los desafortunados sucesos de finales de año por todos conocidos, determinaron que parte de las unidades del grupo Nº 7 debieron desplegarse a Puerto Montt y mantenerse en alerta de combate permanente.
Ya terminada la crisis, el 20 de diciembre de 1966 finalizaron los trabajos de apoyo que el grupo Nº 7 realizó a favor del Instituto Hidrográfico de la Armada. En ese proyecto un reactor RT-33A fue especialmente implementado con una cámara Santoni debido a que los B-26 del SAF tenían un menor techo operacional al requerido para este estudio.
Dos meses después, el 9 de febrero de 1967 S.E. el presidente de la república Don Eduardo Frei M. inauguró el nuevo Aeropuerto Internacional de Pudahuel, en la ocasión la escuadrilla “Cóndores de Plata” se lució evolucionando sobre los aires de este nuevo terminal aeroportuario.
En marzo de 1967 el grupo Nº 7 sufre su primera reducción de material, esa fecha se trasladaron a Punta Arenas 6 F-80C y 4 T-33A para activar el grupo Nº 12.
Luego el 21 de marzo de 1967 la escuadrilla “Cóndores de Plata” realizó una espectacular presentación en El Bosque con motivo de celebrarse los 37 años de esta arma aérea, sin embargo ese día quedara imborrable en las memorias de quienes disfrutaron por más de 9 años de las espectaculares acrobacias de estos pájaros plateados, puesto que seria la última presentación realizada por esta agrupación.
El 28 de agosto de 1967 el comando del material determinó la baja del F-80C Nº J-346 reactor que se encontraba fuera de vuelo desde 1965 y que estaba parcialmente canibalizado (la baja se regularizó el 29 de septiembre de 1967).
En septiembre de todos los reactores que quedaron en el inventario de este grupo, son trasladados a Puerto Montt para operar en el grupo Nº 9.
De este modo el grupo Nº 7 quedaba momentáneamente sin aviones de combate, sin embargo dos meses después llegaba el primer cajón azul que contenía un Hawker Hunter TMk-72 (biplaza).
Así, luego de realizarse el primer vuelo de un Hunter de la FACh a los mandos de un piloto institucional (capitán de bandada Jaime Estay V.) el 11 de diciembre de 1967 este grupo comenzaba una nueva etapa.


Surcando los cielos australes, servicio en el grupo Nº 12


Camuflados en la losa de Chabunco.
En 1966 todavía existían tensiones limítrofes en la zona austral, a pesar de que el peligro de conflicto real provocado por el incidente fronterizo, que culminó con la muerte del Teniente de Carabineros Hernán Merino C., llamado “crisis de laguna del desierto”, ya había menguado significativamente.
Sin embargo como una medida disuasiva, el alto mando además de seguir enviando periódicamente a Chabunco bandadas de bombarderos B-26, ordenó el traslado de una agrupación de reactores compuesta por seis F-80C y dos T-33A. Esta bandada, liderada por el comandante de grupo Jacobo Atala B., estaba completamente abastecida de munición, cohetes, un carro de partida, además de las herramientas para mantenimiento de línea.
En Santiago quedaba el remanente del grupo Nº 7 operando los Vampire y el resto de los reactores F-80C y T-33A, bajo el mando del comandante de grupo Osvaldo Latorre H.
Ya instalados en Chabunco, la agrupación del comandante Atala se aboco a labores de patrullaje y reconocimiento, además de prácticas de combate en el polígono de bahía Catalina. Se logró tal eficiencia que cuando los aparatos regresaban de sus prácticas de tiro, estaban listos para despegar con combustible y armamento completo en menos de 30 minutos.
Mientras duró esta destinación, la operación de los reactores fue normal y sin accidentes, solamente que el uso obligado de bencina de 78 octanos ó 100-130 (no había disponibilidad de combustible JP-4) provocaba un deterioro acelerado de las toberas de escape, situación que se superó manteniendo un stock de repuesto de dichos elementos, puesto que había que soldarlos en la capital.
Al finalizar esta misión, a principios de diciembre, se ordenó el regreso de los aviones a Santiago. Sin embargo, durante los días previos al retorno se debió lamentar la pérdida del aparato J-347, el cual realizó un aterrizaje de emergencia en Porvenir, lugar donde la pista todavía no estaba habilitada. El piloto resultó sano y salvo, pero la aeronave no pudo ser recuperada.
Una vez en la capital los aviones fueron sometidos a una revisión general, puesto que el Alto Mando de la FACH determinó el 16 de diciembre de 1966 la activación del grupo de aviación Nº 12, que debía operar en el aeropuerto Presidente Ibáñez (Chabunco), bajo la jurisdicción del Ala Nº 3.
Así, a fines de enero de 1967 se enviaron los primeros cuatro reactores al mando del comandante de escuadrilla Leonidas Gómez G. Luego, el 4 de marzo, se envió los 6 aparatos restantes, pero desafortunadamente el F-80C Nº J-332 piloteado por el teniente Alberto Wachtendorff L. sufrió una falla en el sistema de alimentación de combustible y declaró una emergencia en vuelo, por lo que tuvo que regresar a Santiago. Al descender sobre la pista de El Bosque, ya que Los Cerrillos se encontraba cerrado por reparaciones, el reactor se precipita violentamente a tierra (confirmar) destruyéndose totalmente alas y fuselaje, lo único que quedo casi intacto fue el cuerpo de la cabina y que a la postre significo que el oficial sobreviviera a este accidente.
Con este segundo envío el grupo Nº 12 completó una dotación de 9 aviones, según el siguiente detalle; aviones F-80C Nº J-330, J-333, J-336, J-342, J-347, entrenadores T-33A Nº J-318, J-321, J-324, J-325.
Al mes siguiente se envió el F-80C Nº 339 para reemplazar al J-332 dado de baja, de este modo el grupo Nº 12 completó las 10 unidades asignadas por el Alto Mando. Junto con lo anterior, fueron enviados a Chabunco los dos reactores RT-33A de dotación del grupo Nº 7, los que quedaron como apoyo pero sin pertenecer al grupo Nº 12.

A partir de ese momento el recién activado grupo de combate comenzó una dilatada labor de reconocimiento y patrullaje en la zona austral.
La primera situación de verdadera complejidad se vivió a partir del último día del mes de noviembre de 1967 puesto que un par de días antes, la torpedera “Quidora” de la Armada de Chile recibió fuego intimidatorio por parte de un buque Argentino mientras navegaba de regreso a Puerto Williams. Por esta razón los reactores permanecieron dispersos pero listos para entrar en combate y los RT-33A continuamente sobrevolaban la zona para mantener control sobre el tráfico marítimo.

En esta época y por iniciativa del comandante Octavio Mardones I. es camuflado uno de los F-80C en tres tonos superiores (verde, café, gris) y uno inferior (celeste). Se realizaron pruebas de reconocimiento aéreo que determinaron la gran dificultad de detectar dicho aparato, y luego desde tierra que era igualmente difícil fijar la vista en la parte inferior celeste de dicho avión. Ante estos buenos resultados, el comandante Atala solicitó autorización al alto mando para camuflar todos los aviones de su grupo del mismo modo, petición que fue aceptada, dando lugar a uno de los más logrados y llamativos esquemas empleados por aviones de la FACh.
Así llegamos al año 1968, el grupo Nº 12 se encontraba plenamente operativo y era normal ver a sus reactores realizando ejercicios con aparatos del grupo Nº 6 o en maniobras con la escuadra en la zona de los canales. Sin embargo, estas actividades normales se vieron alteradas el 16 de octubre de 1968, fecha en que durante una inspección de la sección caliente de uno de los aviones, se detectaron graves daños por lo cual todos los reactores T-33A y F-80C fueron dejados fuera de vuelo.
El uso de combustible inadecuado había provocado serias averías en las turbinas, especialmente trizaduras y deformaciones de piezas internas.
Luego de repararse los motores y de solucionarse el problema del combustible para jet (JP-4) que se comenzó a elaborar en la zona a finales de ese año, este problema no volvió a presentarse. Recordemos que en esa época este combustible especial que consistía en un 35% de gasolina de 73 octanos y un 65% de parafina, se preparaba en muy pocas cantidades en Chile y principalmente se importaba desde Perú o Venezuela.
La primera semana de agosto de 1969 el comandante Atala entregó el mando del grupo Nº 12, quedando a cargo temporalmente el comandante Mardones, hasta que al mes siguiente se hizo cargo el comandante de grupo Hugo Sage S.

Reactores del grupo 12 durante una presentación en la capital (1969).

El comandante Sage mantuvo el nivel operativo del grupo y su material de vuelo se incrementó en mayo de 1970 al recibir los aviones del grupo Nº 9.
Este oficial también posibilitó la creación de una escuadrilla acrobática, la cual se denomino “Los Tigres del Grupo 12”. Este grupo lo conformaban además los comandantes de escuadrilla Donaldo Suárez Z., Mario Silva P, y el capitán Hernán Verdejo R.
A pesar de lo difícil que resultaba la ejecución de maniobras acrobáticas generalmente con fuertes vientos, el programa de maniobras era muy similar al ejecutado por los ya disueltos “Cóndores de Plata”.

El comandante Sage dirigió el grupo hasta finales de 1971 (en esa época esta unidad contaba con 17 reactores), fecha en que cedió el mando al comandante de grupo Eduardo Clavijo G. oficial que le correspondió comandar por última vez estos reactores, ya que bajo su mando fueron retirados del servicio.
El año 1972 no presentó mayores novedades, por efecto de fatiga estructural se continuaron dando de baja los aviones F-80C, como resultado de esto la flota disminuyó a fines de año a solo 12 aparatos.
A comienzos de 1973, todos los F-80C estaban dados de baja, y para mayo solo media docena de T-33A más un RT-33A estaban en servicio, pero se encontraban restringidos a operar a un máximo de 3 G. Sus desgastadas células solo permitían realizar vuelos de reconocimiento y aquellas memorables jornadas de combate en el polígono Pecket, en Punta Arenas eran cosa del pasado.
Al respecto el oficial de mantenimiento del grupo Nº 12 capitán Oscar Stock O. disponía de información actualizada que señalaba que la institución adquiriría (el requerimiento se hizo en mayo de 1972), a la Lockeed, los kits necesarios para reparar al menos 6 T-33A, elementos que llegarían a nuestro país en octubre de 1973. Empero tras varias reuniones entre el jefe de Estado Mayor de la IV Brigada Aérea General José Berdichesky S. y los pilotos e ingenieros del grupo, se determinó que los costos que significaban reacondicionar los aviones debían destinarse mejor al material Hunter que era un caza muy superior al binomio F-80/T-33. Así entonces, aquellos repuestos nunca se recibieron y los nobles T-33 que aún estaban operativos paulatinamente fueron quedando fuera de vuelo.
Después de esta fecha se continuaron realizando algunos vuelos de mantención de eficiencia de pilotos con las pocas horas remanentes que le quedaban a algunos aviones. Dentro de estos vuelos, fue que el F-80C Nº J-333 al mando del teniente Héctor Monje R. presentó una emergencia por presencia de humo en la cabina. Esta situación determinó que el oficial eyectara la cabina para lograr tener visibilidad hacia el exterior y con mucha pericia logró aterrizar en una corta pista de tierra de no más de 400 metros en el sector San Valentín. El aparato resultó solo con leves daños los que fueron reparados en terreno por el personal del GAM. Más tarde gracias a la colaboración de un destacamento de Ingenieros de la Armada de Chile que se encontraba en las cercanías al mando del capitán de corbeta Sergio Stock quienes realizaron el alargue de esta pista, el jet pudo alzar vuelo bajo el mando del capitán Hernán Verdejo R. Ese día a pesar de la lluvia se materializó el traslado del jet hasta su base.
Así transcurrió el año 1973 y en diciembre todos los aviones estaban ya dados de baja oficialmente, sin embargo, y ante la cercanía del día de la aeronáutica el ahora coronel Eduardo Clavijo G. solicitó al capitán Stock la posibilidad de realizar un último sobrevuelo con algunos reactores con motivo de esta importante celebración. Efectuadas las inspecciones correspondientes solamente un aparato estaba en condiciones de volar y fue así que ese 12 de diciembre de 1973, y mientras se realizaba el tradicional desfile en la plaza Muñoz Gamero de la ciudad, una solitaria silueta se acercaba a baja altura para sobrevolar el concurrido desfile. El jet cumplió su cometido y ese día en representación de todos los integrantes del grupo Nº 12 sobrevoló por última vez sobre los cielos Magallánicos cerrando definitivamente una etapa de nuestra historia.

Sobre cielo Puertomontino, servicio en el grupo Nº 9

Reactores Lockheed del grupo Nº 9 basados en El Tepual.
La génesis del grupo Nº 9 basado en Puerto Montt se inició en marzo de 1967 cuando el comandante de grupo Silvio Girardi A. es destinado al grupo Nº 7 en calidad de agregado (oficial de proyecto), con la finalidad de elaborar el proyecto de traslado hacia esa ciudad sureña de los reactores remanentes de la unidad.
Esta determinación se originó primero debido al distanciamiento de las relaciones chileno-argentinas que se venían profundizando desde hacia un par de años, además de la confirmada incorporación de modernos aviones Hawker Hunter los cuales operarían desde la capital.
Así, el 20 de agosto de 1967 el comandante Girardi asumió la jefatura del grupo Nº 9 y al mes siguiente se trasladó con tres cazas F-80C, siete entrenadores T-33A y dos RT-33A de reconocimiento a su nueva base en El Tepual.
Junto al material de vuelo se trasladaron 2 instructores de vuelo, 4 subtenientes recién instruidos, 28 suboficiales de todas las áreas de operaciones y mantenimiento.
En esta nueva casa se comenzó a trabajar intensamente tanto el la labor de soberanía (reconocimiento del terreno) como en la instrucción de nuevos pilotos.
También debieron reanudar los vuelos de carácter científico los cuales permitían la medición de los niveles de radiactividad atmosférica y que anteriormente los efectuaban aparatos del grupo Nº 7 desde Los Cerrillos.
Este grupo en corto tiempo logró la plena eficiencia a pesar de las deficiencias en la infraestructura y a veces también en la logística. Prueba de esto es que muy luego se realizó un raid hacia Cerro Moreno con escala en la capital, con la finalidad de demostrar su capacidad de desplazamiento táctico y sus niveles de destreza en el polígono de dicha base.


Sin embargo el accionar del grupo Nº 9 no estuvo ajeno a la tragedia, ya que el 20 de marzo de 1968 durante prácticas de tiro en las cercanías de El Tepual, se precipita a tierra el reactor F-80C J-335 luego de explotar prematuramente un cohete. El piloto, teniente Máximo Maragaño G., consiguió eyectarse exitosamente, pero desgraciadamente es rescatado sin vida desde las aguas del pacifico.
Este era el mismo oficial que había realizado un aterrizaje de emergencia piloteando el F-80C Nº 347 en las cercanías de Punta Arenas el 10 de noviembre del año anterior, incidente del cual había resultado indemne.
Este triste hecho no amilanó la moral de los avezados pilotos y la unidad continuó superando las metas trazadas por el Alto Mando. Se elaboró un eficiente plan de defensa de base, un complejo plan de dispersión de aeronaves y un sistema casi perfecto de camuflaje para las instalaciones en tierra.
A mediados de septiembre de 1968 una bandada de reactores es comisionada a la capital para participar en los tradicionales desfiles aéreos en honor a las glorias de nuestro Ejército. Lamentablemente durante el despegue desde El Bosque el T-33A Nº J-319 piloteado por el Subteniente Jorge Emberg C. sufre un desperfecto en el motor, lo que ocasiona que el avión se precipite a tierra sobre una población aledaña. El piloto salvó con vida a pesar de caer a tierra junto con el aparato, sin embargo, su copiloto el alférez Rene Catalán B. falleció en el impacto a tierra. A pesar de esta desgracia el resto de la agrupación realizó de igual manera la presentación programada para ese día 19 de septiembre.
El 13 de enero de 1970, el comandante Girardi entregó el mando del grupo al comandante Eduardo Fornet F., quien continuó manteniendo el buen nivel operacional del grupo hasta que, por la inminente llegada de cazabombarderos Hunter, todo el material de vuelo F-80 y T-33 es trasladado en mayo de ese año al grupo Nº 12 en Punta Arenas.
Estos reactores siempre mantuvieron su esquema original de aluminio, a pesar de que sus similares que operaban en Magallanes lo hacían con vistosos camuflajes.

* Perfiles: Rodolfo Martinez.
* Fotografías: Prensa nacional, Rodrigo Jimenez y Colección del autor.